“Mi
pequeño homenaje para el más grande...
basado en
parte de su obra”.
Te
mataron Federico, pero no moriste...
permaneces
vivo en las hojas de la historia,
te
hicieron inmortal en la memoria.
I
La balada
de un día de julio
desangró
como una fuente,
iba
cubierta de nostalgias y laureles.
El agua
tranquila de la canción añeja
se fue
lejos de la plazuela
en busca
de magos y de princesas.
La sombra
de tu alma huye
Por
ocasos de alfabetos,
te
mataron Federico,
pero
estás en la memoria,
lo dicen
tus versos
y el
ruiseñor y la alondra.
Baladas y
más baladas cantadas en un papel
quedaron
ya de por vida,
bajo una
noche negra,
caliente,
caliente,
como el
agua de la fuente.
El cante
hondo en tus dedos
entre
naranjos y olivos quedó dormido
en el
agua de los tres ríos,
amor que
se fue en el aire,
amor que
se fue y no vino.
Guitarras
por seguiriyas,
soleares
en tierras secas
y tu “Ay”
quedó grabado
sobre el
grito del viento,
quedó en
el campo llorando.
No te
mueras Federico,
que tus
huesos no se mojen
bajo la
tierra baldía,
que la
Amparo está sola en tu casa
con su
vestidito blanco,
que los
cipreses bordan letras
sobre el
cañamazo,
y la
muerte se lamenta
y tu
guitarra se entierra
contigo
bajo la arena,
cuando tú
te mueras.
II
Ay,
Federico García el Lorca de las adelfas,
cuando la
muerte te acecha
en el
fusil de un cantar
y mueren
de pena siete doncellas
que el
río trae pero nadie puede verlas.
Tres
arboles cortó el hacha
al
amanecer el día, pero no eran tres,
ni eran
dos, ni tan siquiera era uno,
era
ninguno y se quedó desnuda el agua.
Federico
no te mueras
que el
lagarto está llorando,
el
lagarto y la lagarta
con
delantalitos blancos,
mira que
ya son muy viejos,
que
viejos son los lagartos.
Hay
tantos y tantos versos
que de
tus manos salieron
que hasta
el romancero llora
al ver tu
cuerpo en el suelo.
Ay,
Federico García,
que
prendieron al Camborio,
cuando se
acercó a Sevilla
y a la
mitad del camino
cortó limones
redondos
y los fue
tirando al agua
hasta que
la puso de oro.
Los
ángeles negros traen
pañuelos
y agua de nieve
que
sofoquen tu dolor,
Federico,
que te mueres,
tu cuerpo
lleno de lirios
y una
bala entre las sienes.
III
Qué
llanto a Sánchez Mejías
y a su
sangre derramada,
yo no
quiero ver la tuya,
poeta de
mis entrañas.
Su luna
de pergamino
Preciosa
toca en sus manos,
ya no
siente tu latir,
Federico
te mataron.
Yo no
quiero ser poeta
si te
matan Federico,
ay, mis
camisas de hilo,
ay, mis
muslos de amapola,
ay, pena
de cauce oculto
y
madrugada remota,
que mis
ojos ya se empañan
y mis
enaguas se cuajan.
Señores
guardias civiles,
no me
matéis al maestro
que hasta
el verde de las ramas
se vuelve
negro azabache
bajo la
luna gitana.
Ya te me
vas Federico,
ya te me
mueres poeta,
el más
grande de tu tiempo
y de
todos los que vengan.
Que te
has muerto para siempre,
que te
han matao como a un perro
y a la
orilla de la luna,
hoy ya
reposan tus huesos.
© Rafi Guerra
Derechos registrados de autor.
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Sublime Rafi!!!
ResponderEliminarGracias Pepa, buen día.
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