Dónde se
perdieron tus manos
que no
las siento,
dónde tus
cabellos de incendio de bosque
con
pensamiento,
dónde tus
hombros de pámpanas
con
bordes de nido de águila...
cierta
noche no le di importancia
a tu silencio
de galería subterránea,
el olor
de todos los perfumes
aún me
alimentaba.
Sin embargo
un carruaje
lanzado al galope
me
arrebata,
los nudos
de los espejos
abren
ventanas,
somos suspiros
de estatua
rebuscando
en su cama.
Al cruzar
la calle
te veo a
lo lejos,
sobre ti,
tu sombra,
mariposa única
fatigada
en la
cumbre de un continente.
Me han
dicho que más allá
las
playas son negras,
los
manzanos no florecen,
la piel
no respira
y los
recuerdos llegan
en botellas
empañadas.
No abras
la puerta de la octava sala.
© Rafi
Guerra
Derechos registrados de autor.
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