Sólo queda un recuerdo
entre los párpados,
un silencio ahogado
entre los dedos.
Sólo la piel de Eva
me resguarda del frío,
instalado en mis huesos,
sin permiso.
No me encuentro en tu boca,
ni entre ellos,
ni bebiendo de un trago de ternura,
ni tan siquiera me encuentro,
en el hambre hambriento que palpita
en el bolsillo de esta tarde.
No me fui, pero no quiero encontrarme,
con la respuesta hipócrita de un
adverbio,
con el bostezo amargo de unos labios,
con el ruido incesante de un martillo,
que golpea con furia,
las sienes de un
lamento.
Me emborracho de putas y te alejo.
Se apagaron las luces de la escena,
todas ellas, todas a un tiempo,
y quedó sólo silencio.
© Rafi
Guerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario