Dicen que la dicha llega
en cajitas de sorpresa,
enredada en madreselva,
adornada del canto
de un ruiseñor nocturno.
Se fue,
del mismo modo en que llegó.
Derribaron las piedras
de la tarde que amabas,
y talaron los árboles
de tu bosque animado.
Tus lágrimas, pusieron en subasta.
Era el amanecer
en una calle cercana...
¿Dónde tu voz?
Y será mi destino
esperar en la puerta,
viendo como otros pasan.
No quiero ser
tu llamada de auxilio
cuando tienes el mundo arriba.