Aún
quedan crucigramas no resueltos,
noches
sin asomar a la ventana,
luces que
ya no encienden,
penumbras
vacías
con
cordones desatados,
corazones
que se arrojan
por las
ventanas,
pieles
sin hombres dentro,
huesos
rotos y carcomidos
roídos
por ratones sin costuras,
caminos
sin decidir.
Sentidos
que se revelan
gateando
por ropas quemadas por vivir.
Y me río
de un desierto enamorado
del
escorpión rojo
en el que
te transformaste.
No quiero
mirar atrás.
Doy un
golpe de estado
a la
memoria incierta
que ya
ronda tu cabeza,
y te vas
por no ponerte al frente
de un
cañón que resplandece
entre
letras de mujer.
Una mujer
eterna,
adolescente,
fugaz.
Su
nombre, aunque te duela,
no es
otro que Libertad.
© Rafi Guerra
Derechos registrados de autor.
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